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lunes, septiembre 26


Oracion de un pastor torturado

El pastor juan andre estaba de rodillas junto a otros de sus consiervos

Hombres que habian vivido duras experiencias durante la epoca de una de las dictaduras mas largas y dificiles que habia sufrido su pais.

El pastor Juan Andre, un hombre de casi dos metro de altura, parecía un niño pequeño arrodillado al lado de su cama. Su cabello blanco con trazos de un negro azabache que recordaba que ese frondoso cabello era de un negro muy intenso en alguna epoca.

De repente el pastor comenzo a sollozar, sollozo que finalmente se transformo en un intenso llanto.

Aunque en otro contexto esto pereceria extrano e incomodo. En ese momento era lo unico posible que podia suceder. Sus lagrimas regaban el parket que conformaba el piso de la habitacion en la cual se encontraban.

De repente su llanto se detuvo y de su boca salio una oracion que en el principio fue amargo.

Su oracion fua algo mas o menos asi:

Padre

Tu sabes que yo fui torturado.
Tu sabes que vi morir a hermanos de la iglesia a causa de las torturas
Tu sabes cuanta amargura y rencor he tenido y mantenido en contra de aquel que me torturo
Pero en esta hora, que es tu hora y que es mi hora, decido detener mi tortura. Por que reconozco que he seguido siendo torturado. Pero en este momento detengo la tortura y lo hago diciendote Señor que yo,  Juan Andre, perdono a Carlos quien me torturo y renuncio a la mentira que dice que el marcó mi vida para siempre, porque la verdad es que tu marcaste mi vida con tu muerte y tu resurrección, yo en Cristo he resucitado desde mis torturas como nueva criatura. Padre yo decido no buscar venganza en contra de Carlos y entregartelo a Ti Senor, ya que tu me ensenaste que la Venganza es tuya y no mia.

Padre yo perdono a Carlos en el nombre del Senor Jesus

Amen


Al terminar su oracion su rostro brillaba, y su sonrisa era de oreja a oreja. Si arrodillado y llorando parecia un nino asustado. Esta vez parecia un niño grandulon al cual le habian regalado una golsa de  paletas de dulces que siempre habia querido tener.

Al abrir su ojos me miro von esos grandes ojos verde que poseia, como pocas veces alguien me ha mirado. Lo que mas recuerdo con nitidez es esa mirada.

 Al mirarme exclamó "!Por fin de acabó! Mi tortura finalmente se terminó"

Con el tiempo su esposa, que me quería conocer, me contactó por teléfono para darme las gracias. Yo le dije que yo no había hecho nada. Que a quien había que agradecer era al Dios del cual su esposo era su esclavo

1 Comments:

At 8:10 p. m., Blogger claudiaparada said...

Que heavy, creo q muchas veces subestimo el poder de la oración y de Dios de poder cambiar y sanar... creo q en el mundo en que vivimos, es complicado creer plenamente el hecho de que Dios puede hacer hasta lo más imposible, posible...

 

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